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“Hace tiempo me hice preguntas trascendentales y muy profundas que han cambiado mi forma de ver la vida”, dice el artista, productor y director de cine colombiano Miguel Urrutia.

Este profesional, con varios premios en su haber, cuenta que una de esas preguntas trascendentales fue: ¿Qué necesito para hacer una película? Así, cuando hizo su primera película tomó la decisión que fue también trascendental y fue de filmarla con lo que tenía a la mano.

“Hacer cine con lo que hay —dice Urrutia—, es el origen de una comunidad cinematográfica llamada cine recursivo, es una comunidad abierta participativa que se basa en el libre intercambio de información y contenidos para el sector cinematográfico”.

Miguel Urrutia estuvo esta semana pasada por segunda vez en Cochabamba, como maestro del VI Taller Internacional de Guion Bolivia LAB, donde además estrenó uno de los capítulos de “Elmira. Los suicidios de Sara”, una producción que ya ha rodado en Colombia, Ecuador, Argentina y Bolivia, y que planea estrenar dentro de un año. Ésta es la entrevista que conseguimos con este notable profesional.

¿Qué pasó cuando decidió hacer su primera película?

Decidir hacer la película por mi lado me llevó a que yo empezará a desarrollar una serie de técnicas y recursos para producción. Inventé soportes, técnicas, una serie de recursos que han facilitado que yo haga la película y en algún momento me pidieron que los patentara, y el parámetro a que yo llegué es que en vez de patentarlos, liberarlos, que es una forma también de proteger la idea.

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Irónicamente, si yo me voy a meter en un pleito internacional con alguna marca que me robe algunos de mis recursos, la mejor forma que tengo es 15 mil personas que forman parte activa de la comunidad que van a decir “Esa idea es de Miguel Urrutia” y es mejor que haber hecho un registro de marca.

Háblenos más del cine recursivo.

Fundamentalmente, nosotros hemos estado trabajando bajo esta técnica, tratando de sacarla adelante. Cine no solamente de bajo presupuesto, sino con otros parámetros de producción y eso es un poco lo que ha hecho que nos inviten aquí, al Bolivia LAB; y forma parte de la segunda pregunta que me hice y es: ¿Qué necesito para hacer una película? De esa premisa es que forman parte lo que yo llamo talleres especiales de cine recursivo, en los cuales las personas que asisten al taller forman parte colaborativa en el desarrollo de la historia, en el desarrollo de todos los procesos para hacer la película. Es una especie de maratón audiovisual. El año pasado nos reunimos y en tres días hicimos la historia, trabajamos con los actores, rodamos el episodio “Los suicidios de Sara”.

Usted dice que “Los suicidios de Sara” es “probablemente la mejor forma de mostrar que sí se puede”.

Cuando digo: Sí se puede, es que usualmente nos juntamos a estigmas como “no somos capaces”, “eso no se va lograr”, “no tenemos los medios”. Esos son los estigmas que no nos permiten hacer cine. “Los suicidios de Sara” es mi proyecto cinematográfico, es una película de estructura capitular pensada para tres frentes: Uno, es un producto crossmedia, en el cual los usuarios pueden vivir la experiencia de la película y ampliar la información del proyecto, básicamente con las mismas historias que se están cocinando dentro el proyecto. La segunda es una experiencia interactiva en la cual yo reviso el proyecto con un público que me da sus impresiones y esas impresiones a mí me permiten construir todo un proyecto nuevo, básicamente llegar a parámetros en los que yo pueda, con ayuda de esta gente, terminar la historia; que el mismo público modele la película que quiere ver, por medio de una especie de juego en las funciones en vivo. La tercera es una película de cine tradicional, he rodado en cuatro países, tengo ya ocho episodios completos, ya desarrollados. Este episodio es específicamente el que se gravó en Cochabamba el año pasado, durante el taller especial de cine recursivo.

Ha trabajado con ese su proyecto en varios países, ¿qué tal está Bolivia a nivel de cine recursivo?

Bolivia está, me atrevo a decir, en un momento de oro. Está pasando por parámetros que van ayudar a construir una nueva independencia y una nueva visibilidad cinematográfica a nivel de país como tal. Si la ley del cine, que están promoviendo en este momento, logra llegar a la luz, van a entrar en un proceso de desarrollo que ustedes no han imaginado. Ustedes no se dan cuenta la importancia que tiene eso. Hasta el momento, están empezando a tomar conciencia.

El cine es probablemente el embajador de una cultura y es el registro de una memoria, de un país, pienso que la Ley del Cine le va dar apertura para que puedan entrar a una nueva época, la época del cine internacional, y eso es algo muy emocionante.

Donde ustedes ven falencias o ven problemas, yo veo áreas de oportunidad realmente importantes que se convierten en los parámetros estructurales que les van a permitir, a ustedes, desarrollar una nueva identidad y una nueva memoria.

¿Cómo está Latinoamérica en cine recursivo?

Nosotros vivimos un momento de cambio radical en el mundo. Creo que somos la última generación que va conocer conceptos como: propiedad intelectual, televisión, grupos objeto, tendencia o género, porque todos esos límites o esas definiciones se diluyen. Vivimos realmente una época en la cual la industria cinematográfica sigue exactamente el mismo camino de la industria musical: básicamente desaparece como industria. En la misma forma que las disqueras desaparecieron, los estudios cinematográficos van a desaparecer para dar paso a personas como nosotros.

Me atrevo a decir que nosotros somos el futuro, porque el mundo ya no piensa globalmente. Se necesitan productos de consumo interno, el boliviano tiene que ver producto boliviano. Ahora, eso no es útil solamente para el boliviano, eso es útil para todo el mundo. Me refiero a que las marcas internacionales necesitan poder vender sus productos en Bolivia y la mejor y más eficiente fórmula para hacer eso es por medio del cine, no son los comerciales de televisión. Partamos de un punto, si ya no hay televisión, ya no hay comerciales de televisión y el concepto de pautante desaparece, el concepto de espectador desaparece porque ya no hay una persona que está esperando que emitan un programa, la persona descarga el contenido que quiere ver y el momento que lo quiere ver y cómo lo quiere ver.

¿Cómo se siente Miguel Urrutia ahora?

Yo estoy muy emocionado porque estamos empezando a cerrar ciclos y a construir nuevos caminos. Lo que viene de aquí en adelante es encontrar caminos que sean más fuertes, más sólidos, para construir básicamente lo que estamos logrando. En este momento, esto (Los suicidios de Sara) es un gran logro de la independencia. O sea que, cineastas que no se conocen se reúnan durante tres días para pensar en una sola visión de un solo autor, y que gracias a eso se puedan desarrollar proyectos como éste, proyectos que no le pierden ni le demeritan ningún tipo de característica o calidad a producciones internacionales, eso es generar un cambio realmente estructural.

(*) La autora es periodista.

Fuente: lostiempos.com

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